feliz cumpleaños bilbo

“En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.”

Veintidós de septiembre, cumpleaños de Bilbo Bolsón, y por supuesto de su sobrino Frodo. Para los frikis tolkinianos como yo una fecha-excusa para acordarse del profesor y su obra.

Caminando a la deriva junto a la ribera marina, un agujero sobre el agua. Una puerta al cielo de la mañana.

Al final de los muelles abandonados hace tiempo. Sucios, húmedos y con olor a fango.

Antes de echarse al agua, la gaviota se agacha dos veces.

Debe ser de verdad confortable vivir en la nada. Atravesar las puertas del mar, del cielo, y comprobar que efectivamente no había nada.

Y que eso era todo.

Un ratoncillo se esconde entre los hinojos. Ni una nube en el cielo.

La senda que bordea la escollera se aleja poco a poco de la bahía. Los rascacielos y los jardines impolutos. Qué nuevo es todo esto.

Arrecia el viento que llega del mar.

En el Campus, un helicóptero aterriza sobre la azotea del hospital universitario.

Desde alguna parte el graznido de un cuervo.

Parado frente al paso de peatones me atraviesa el olor de las flores que no conozco.

Una libélula, enorme, gira sobre mí y desaparece con un sonido de origami.

El cielo es un agujero azul que se adentra en la nada. Inmensamente confortable.

Feliz cumpleaños Bilbo. Frodo, ese abrazo.